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¡Ponyo, Ponyo, Ponyo, la niñita pez!

Medio año después de quedarme embobada viendo Ponyo en el acantilado (2008, Hayao Miyazaki) en el Festival de Cine de Sitges, por fin, la cinta se estrena en las carteleras españolas el próximo el 24 de abril.

Hayao Miyazaki, este japonés de 68 años, padre de historias tan Ponyo y sus hermanasmaravillosas como El viaje de Chihiro (2001) o La princesa Mononoke (1997), vuelve esta vez con una adaptación “muy suya” del cuento de la sirenita. Con un argumento simple y más infantil que de costumbre, el director-escritor-dibujante nos sumerge en este mundo imaginario lleno de fantasía, magia y ternura.

Ponyo en el acantilado es una tierna e inocente historia de amistad apta para todos los públicos. Sosuke tiene 5 años y vive en lo alto de un acantilado con sus padres. Una mañana, mientras juega en la playa rocosa que queda justo debajo de su casa, encuentra una carpa dorada con la cabeza atascada en un tarro de cristal. Sosuke la rescata, la bautiza con el nombre de Ponyo y se la guarda en un cubo de plástico. Desde el primer momento, entre Ponyo y Sosuke crece un vínculo muy fuerte. Tal es el amor que sienten el uno por el otro, que Ponyo decide dejar atrás su vida submarina para convertirse en una niña humana.Ponyo y Sosuke

Pero no todo es tan fácil. El padre de Ponyo, Fujimoto, que vive en las profundidades del mar rodeado de todo tipo de seres, no quiere que Ponyo conviva con humanos, a sus ojos, unos seres despreciables que no sienten el mínimo respeto hacia el mar y la naturaleza.

A pesar de los esfuerzos de Fujimoto, Ponyo consigue escaparse, convertirse en una niña y hacer vida junto a Sosuke. Tras ello, se desata el caos. Las aguas se agitan. Las hermanas de Ponyo se transforman en enormes maremotos con forma de pez que llegan hasta la casa de Sosuke, en lo alto del acantilado. La locura del mundo marino envuelve el pueblecito de Sosuke, que se sumerge bajo las olas…

La dulce Ponyo es una carpita dorada con cara de niña. Es espontánea, hiperactiva, mágica y divertida. En la versión japonesa, Yuria Nara, una niña de 10 años, es la encargada de ponerle la voz a este pececito que apenas habla. En inglés, le pone voz la ya veterana Cate Blanchett.

Ponyo y SosukeCabe destacar que la película está toda hecha a mano, dejando de lado la fría tecnología. Goro Miyazaki, hijo del maestro Miyazaki, comenta que “En la escena de las medusas, las dibujamos todas ellas a mano. Ninguna es igual. Es fabuloso. Hoy en día, lo que se habría hecho es dibujar dos o tres medusas y luego copiar y pegar con un ordenador. Hacerlo todo a mano le da un aspecto más vivo a la animación. Se hicieron 170.000 dibujos a mano para los 108 minutos de película”.

En fin, otra vez Miyazaki nos fascina con uno de sus cuentos, en el que nos habla de la amistad, de la relación entre los seres humanos y la naturaleza, y de la necesidad de un equilibrio entre ambos.